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Taller de nada I

Formar la célula




Me gustaría un aula tipo anfiteatro, o de esas que tienen gradas y uno desde abajo les puede ver la cara a todos los que están sentados.
Entrar y sentarme en una silla, como un alumno, aunque en un taller no tiendo a pensar que los alumnos son alumnos y el profesor es el profesor, aunque algo de eso debe haber, se supone que alguien dirige el territorio y tira líneas de escape y de encuentro.

Sentarme en una silla y esperar que pase algo, ver como la gente llega, los alumnos, esperar un poco más, mirar sus movimientos, oírlos ver el movimiento, esto suponiendo que nadie me conoce, pero siempre alguien te conoce. Espiarlos un poco, quizás tratar de palpar el clima y la expectativa.
Entonces bajar con alguna o sin ideas, mente en blanco o dirección al horizonte. Llegar al escritorio mirarlos a todos, saludar con la cabeza, darme vuelta y escribir bien grande en el pizarrón: ¿Hablamos o no hablamos?

Sentarme y mirarlos, espero que tengan sentido del humor, mirarlos, mirarlos, mirarlos, que puede pasar, no pasa nada, nadie reacciona, uno escribe en su cuaderno como si le estuviera dictando. Nada.
Hasta que uno se levanta y dice: ¡Hablar!
Si, mejor hablar dice otro, y se escuchan murmullos.
Bueno, entonces bajen. Bajen todos, bajen, vengan acá al lado mío, todos.
Bajen, bajen, bajen.
Bien, más cerca. Cerca como en un colectivo lleno, como en el tren a las ocho de la mañana, si alguien no se puso desodorante no importa, ¡más juntos señores! ¡Damas y señoritas!
Así está bien.
Ahora los que están afuera agárrense fuerte de las manos. Fuerte de las manos, bien fuerte de las manos. ¿Están listos?
Hicimos la célula. Piensen que somos como una célula. Pero no nos vamos a quedar quietos, vamos a dar un paseo.
¿Queee?
¿Los de afuera están fuertes?
Vamos a subir, dar una vuelta y volver acá.
¿Listos?
¡Adelante!

Yo no sé si lo logramos, dimos tres pasos, alguien se cayó al piso, uno de los de afuera se soltó, fue otro que tenía mas fuerza, dijimos vamos a coordinar los pasos, ok, ok, coordinemos, pero para colmo de males había que subir la escalera. Dos o tres se morían de risa, una señora desistió, dijo esto no es para mí y se sentó en una silla. Antes de llegar arriba nos caímos casi todos, nos levantamos, pero llegamos, en el pasillo iba a ser mas fácil, una pavada después de la escalera, ¡pero no!, porque había gente mucha gente, coordinamos los pasos, mantuvimos las manos agarradas, mutamos, nos estiramos, nos agachamos, ¿para qué nos agachamos?, nos doblamos, volvimos, ¡bajar es más difícil que subir!, pero ya teníamos experiencia, igual nos caímos, y al final llegamos los que quedamos, doloridos pero contentos.

¿Contame tu experiencia?

Yo lo relacioné con la idea de la libertad, mientras uno menos posee, más libre es, estábamos todos juntos y nos teníamos los unos a los otros en cierta forma pero que difícil que fue movernos. Tardamos media hora en hacer el trayecto y solos lo hacemos en medio minuto.
Es cierto, yo siempre lo pensé eso pero con respecto a las cosas materiales, el coche la televisión la casa, no sé, todo eso, uno no posee a las personas como a las otras cosas, pero es cierto, mientras uno está atado a más cosas externas menos libertad tiene, imaginen lo que hubiese sido si todos llevaban las mochilas, las carteras, los libros, los cuadernos, el perro, el gato, la abuela y el tío. Mucho peor.
También nos dio un espíritu de grupo, me gustaría desarrollar ese espíritu hasta el punto de llegar a ser un solo animal, hasta que nos pudiéramos mover como un leopardo, hacer un animal hecho de animales, en el fondo y en la superficie somos animales, que podamos reaccionar en conjunto al gesto, al pensamiento, al sentimiento de uno solo, que tengamos confianza y flexibilidad, que lleguemos al espíritu de la unidad.



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